miércoles, 10 de agosto de 2016

Habitantes

Ha sucedido mucho desde la última vez, es fácilmente comprobable en las hemerotecas, el dolor procurado ha sido inconmensurable, en Niza, Bruselas, París, Bagdad, Kabul, Ankara, esto en cuanto al terror que administran los fanáticos, otro dolor también terrorífico se ha producido por la violencia machista, otro tanto por la delincuencia común, y mucho daño el infligido por el terror económico, ese que día a día va dejando personas fuera de un sistema cada vez más injusto.
Hace unos meses tomé esa fotografía en la cercanías de la estación de Atocha, hoy no han cambiado las tornas, hay muchas más cajas de cartón y colchones en los lugares donde se pueden ubicar, jardines, parques, túneles, casetas de la luz abandonadas, descampados, son los otros refugiados, los que no han hecho miles de kilómetros porque la ciudad se ha encargado de desplazarlos de sus hogares, para darles ni siquiera el consuelo de una chabola, dar no, quitar toda esperanza de tener algo parecido a una vida digna y por otro lado, pensar que ellos no hacen lo suficiente para escapar de su situación, y la verdad es que nadie hacemos lo suficiente para que salgan del pozo. Así las ciudades menguan un poco más cada día.

viernes, 5 de agosto de 2016

La ciudad menguante y desubicada

Colombina y Arlequino, en vuestro baile de máscaras voy a cimentar mis palabras, en cada uno de los pasos de vuestra danza, en la polka abigarrada, en el vals liviano y melindroso, en el pasodoble racial y circunspecto. Delimitaré mi voz entre los múltiples registros que suelo alcanzar y necesito descender. Puedo escribir con ellos, mi desazón, mi perplejidad, mi asombro, si es que uno es capaz de asombrarse y no ver que nada es raro, que todo lo humanos tiene una evolución y esta es el colapso, el éxito de toda sociedad es la de llegar a su destrucción, su completa exactitud llega al tiempo de destruirse, lo raro es que haya quienes lo intentan impedir, aquellas personas conscientes de que la supervivencia no estriba en alcanzar las mayores cotas de progreso sino que al progreso hay que ponerle ataduras o al menos reconducirlo por los lugares que transitan el sentido común y la justa medida de la ambición, todo lo demás es querer llegar al fin del que ya no se vuelve.